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martes, 9 de diciembre de 2008

Espanish / inglis

En primer lugar quiero pedir disculpas por haber tenido abandonado este blog tanto tiempo, asuntos personales me han impedido tenerlo al día como a mí me gustaría. Pero en fin, estas cosas no se eligen.

La cuestión es que estaba la semana pasada con unos amigos cuando de repente me sonó el móvil. Apareció un número muy largo que desconocía, descolgué y para mi sorpresa era el bueno de Dejan Milojevic, quien desde Turquía se interesaba por mi lesión. Comencé a hablar con él, cómo no en inglés, de una forma más o menos fluida (el tío ha estado dos años en España y de castellano nada de nada). Cuando colgué, uno de mis amigos me preguntó sorprendido que cómo hablaba inglés si cuando estudiábamos se me daba fatal.

Entonces le empecé a explicar que era una cuestión de supervivencia y que antes, allá por el año 92, cuando yo empezaba, los equipos estaban formados por dos extranjeros (casi siempre americanos) y el resto españoles. Los que venían de fuera tenían que hacer el esfuerzo para entender el idioma y ser entendidos.

Lo mejor eran los primeros meses, cuando el entrenador de turno intentaba hacerse entender con aquellos dos extraños o en su defecto el segundo, que siempre chapurreaba algo, pero que más que inglés era un idioma de signos.

El esfuerzo se veía recompensando al cabo de unos meses, cuando ya entendían algo y chapurreaban algo de español y acababan el año hablándolo decentemente.

Unos años más tarde pasaron a ser tres los extranjeros que podían jugar en un equipo, con lo que la cosa ya empezaba a complicarse, aunque seguíamos superándoles en número y por tanto seguían haciendo el esfuerzo de aprender nuestro idioma. Incluso era divertido gastarles bromas como cuando a Tim Breaux le hicimos creer durante un mes que era de buena educación saludar entrando y saliendo de algún sitio diciendo “¡Viva el alcalde!”.

Pero cuando entró en vigor la normativa provocada por Sentencia Bosman ya pasaron a ser extranjeros la mayoría en muchos equipos, así que pasaron a ser los entrenadores los que se rindieron y aprendieron inglés, además de que también venían más entrenadores extranjeros. Vamos, que llegó el inglés a nuestras vidas.

Aún así siempre ha habido excepciones, como los jugadores del Este que siempre aprenden nuestro idioma en poco tiempo (caso aparte es el bueno de Miki Vukovic).

El colmo de los colmos, al menos para mí, era tener que hablar en inglés en mi propia casa y que acabaran traduciéndonos a los tres españoles que quedábamos lo que quería decir el entrenador, que para más inri a veces era español.

Así que le la historia que le conté a mi amigo fue la de una supervivencia pura y dura. Aunque también diré que me ha resultado muy útil aprender inglés.

Goodbye.

viernes, 10 de octubre de 2008

Leyendo a Alfonso y Lucio

En estos días en los que me da tiempo a hacer de todo me entretengo leyendo los blogs de mis compañeros, todos por cierto muy interesantes, pero hay dos que han llamado mi atención.

Uno, el de Alfonso Reyes (gran tipo en todos los sentidos) sobre las ciudades que marcaron su vida deportiva; ciudades que le dejaron buenas y malas experiencias pero de las que aprendió. Mientras lo leía me paré a pensar que yo estaba en las antípodas de Alfonso; es decir, el jugador que se ha criado en la cantera de su club y que ha pasado toda su carrera deportiva en el mismo equipo. A lo largo de estos años siempre ha habido compañeros que me han dicho lo afortunado que era por vivir y jugar en casa: no tenía que mover a la familia, tenía los amigos cerca, jugar en Valencia es un lujo, etc... Pero también hubo jugadores que me decían que no sabía lo que me perdía no saliendo de mi ciudad, que era una experiencia única y que más allá de lo deportivo te enriquecía como persona.

El hecho de jugar en tu casa es muy satisfactorio, y más en un club como el Pamesa, pero también tengo envidia de gente como Alfonso, que tras acabar su carrera echa la vista atrás y ve la cantidad de experiencias que ha vivido lejos de su casa. Eso sí, os aseguro que nadie ha visto pasar más jugadores por un vestuario que yo, por muchas ciudades y equipos en los que hayan estado otros. Y es que todo no se puede tener.

El segundo blog es el de mi amigo Lucio (¡cómo escribe el tío, qué dominio, qué soltura!) en el que hace referencia a la frase "yo a tu edad". No veas cómo me he identificado y cómo me has hecho sentir mayor.Es una frase que siempre me decían los veteranos del equipo cuando empecé. Indio Díaz me decía "yo a tu edad me las tiraba todas", Juan Carlos Barros aquello de "yo a tu edad vivía solo". A decir verdad no encontré a ninguno que a mi edad fuera como yo. Lo malo es que como dice Lucio ahora lo digo yo a los más jóvenes, aunque a veces sea mentira, "yo a tu edad ya metía 15 puntos por partido, así que espabila", y eso te hace sentirte por una parte importante, y por otra, viejo.

Así que lo único que puedo decir es: "Lucio, yo a tu edad ya tenía dos hijos, así que… ¡espabila!”

viernes, 3 de octubre de 2008

Ya me queda menos

Conozco a una persona que cuando se va la luz en su casa piensa: "No importa, voy al ordenador un rato. ¡Ah, no!; Bueno, voy a cocinar algo. ¡Tampoco!; pues veo la tele... ¡¡¡¡¡joerrrrr!!!!!!!!”

Pues algo parecido me ocurre a mí ahora que estoy lesionado de mi tobillo (rotura de ligamentos con operación incluida). Le digo a mi mujer: "Vámonos a… ¡ah, no! que hay que andar mucho hasta el parking; bueno, pues vamos al cine. Tampoco, que debo tener la pierna en alto y un 48 seguro que tapa al de detrás. Al final no salgo casi de casa, y así pasan mis días, aburrido de la tele, de la play que me ha dejado un amigo, del ordenador portátil con el wifi que me ha instalado otro amigo, de todo. Y sólo llevo una semana.

Después de maldecir la pretemporada (que nunca apetece hacerla) ahora sólo deseo volver a correr y a entrenar. No me da pereza el rato de coche, ni el calor del pabellón. Sólo tengo ganas de volver con mis compañeros. Ganas que, por otra parte, hay días que has de buscar cuando estás ileso. ¿Quién no ha pensado alguna vez faltar a un entrenamiento? Yo conozco a unos cuantos.

Pero no todo es negativo cuando tienes una lesión así (sí, sí, hay cosas buenas): tienes tiempo para la familia, para los amigos y para tus hobbies. Más del que quisieras, pero lo tienes incluso para leer libros de basket que algún amigo te dejó y nunca leíste.

En estas situaciones lo mejor es recordar lo que alguien me dijo un día: "Debes saber que esto también pasará". Y es cierto, lo bueno y lo malo siempre pasa.

Y a mí ya me queda menos. Un saludo.